CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO


Alfonzo Valderrama Gonzalez

IMPORTANTE ARTÍCULO DE MI PROMO. PARA SOCIALIZAR LA TRADICIÓN.

Alfonzo Valderrama Gonzalez

CRONICAS BAHIANAS

Carnaval caramba….”

En la residencia estudiantil de La Molina, allá por los `60, quienes por algún motivo no habíamos ido a los carnavales de nuestros terruños, lo festejábamos ahí mismo lo que significaba, también, intercambiar las músicas, danzas y otras manifestaciones de nuestros respectivos carnavales, una copla frecuente era: “Carnaval caramba, ¿porque quieres irte?, ¿Por qué no te quedas otra semanita?”


Este año, más lejos físicamente de la fiesta de las cruces, del lunes carnaval, del martes guerra, del entierro de Nõ Carnavalón, de mi santa tierra huaracina, recurrí a la prensa, a los amigos, a las redes sociales y por ahí va.


El resultado fue que según la prensa capitalina prácticamente no había Carnaval este año en el Perú, una cobertura muy debajo de los años anteriores, a pesar de ello se podía recabar información, disonante con la agenda de la prensa, a través de las promociones comerciales de paquetes turísticos; algo no encajaba.


Los amigos y las redes sociales ofrecían información totalmente diferente: ¡el Carnaval estaba a todo dar! Pero este año había algo diferente. Veamos.


En todas partes el Carnaval comienza antes de las fechas previstas en el calendario, hay todo un proceso de preparación tanto de las músicas, vestidos, logística y todos los detalles y la distribución de las responsabilidades correspondientes.


Un caso que sirve como ejemplo es el de Puno, donde el Carnaval de este año coincidió con la Fiesta de Mamita Candelaria, fiesta que comienza con el concurso de danzas autóctonas en honor a la festividad de la Virgen. Este año el tema central fue: "Puno sí es el Perú", reflejando el fervor y la identidad regional en este evento de gran trascendencia cultural.


Esto tiene origen en la declaración de la presidente Dina Boluarte el 23 de enero de 2023, cuando los puneños todavía estaban reclamando, sin resultados, justicia por las víctimas de la represión oficial: “Tenemos que proteger la tranquilidad de los 33 millones de peruanos. Puno no es el Perú. Los que están generando la violencia, creo que también la prensa internacional debería de comunicar que el gobierno no está generando la violencia, que el gobierno quiere la paz y tranquilidad”; es decir, las comunidades puneñas decidieron este año continuar con sus reclamaciones por justicia durante la fiesta de Mamita Candelaria y el Carnaval.


Pero no solo los puneños, toda el área sur y centro también volvió al tema de justicia para las victimas de la represión, Ayacucho, Abancay, Huanta, Arequipa; desde los ensayos hasta los días de Carnaval; las coplas giraron en temas como:


Dina asesina, que señala claramente su responsabilidad en cuanto autoridad que podría haber evitado la represión, pero no lo hizo, convirtiéndose en mandante de los crímenes; Dina Traicionera, que se refiere al anuncio que hizo en un mitin anterior a la defenestración de Pedro Castillo en el sentido que si el era depuesto ella se iría con él, Dina mentirosa, argumento que no necesita explicación porque es evidente en sus pronunciamientos diarios.


Los arequipeños, en sus coplas, sugieren: “Dina, cierra el Congreso antes que te vayas”, esto es, el Congreso es claramente identificado como actor político indeseable.


Pero no es solo Dina, también es la Policía, como el caso de Ayacucho: “policía, matas gente, ¡qué vergüenza!”; o sea, las llamadas Fuerzas del Orden son identificadas como fuerzas de ocupación; y como para que no queden dudas, después que los carnavaleros salieron del circuito oficial, fueron agredidos por la policía, con el saldo de un herido.


En otros lugares estas manifestaciones ocurrieron fuera de los circuitos oficiales, en los barrios o las áreas periféricas, como en el caso de Cajamarca; probablemente porque las autoridades locales se alinearon con los políticos de la capital, como lo muestra el alcalde de La Mar, Ayacucho, invocando, en una entrevista al inicio del desfile, no abandonar “el respeto” hacia las autoridades. No conseguí datos actualizados de la Amazonia, pero es posible presumir que el comportamiento es semejante, como lo fue en las movilizaciones del año pasado.


Al hablar de barrios periféricos, hay que incluir la capital: Lima; en los tres conos de la ciudad prácticamente todos los pueblos del Perú tienen una colonia, organizada en asociaciones (Hijos de …); cofradías de sus santos de origen, que también celebran el carnaval, de la manera más próxima a como se celebra en su local de origen.


Es importante verificar que el Carnaval sirvió para expresar el sentimiento y el pensamiento de amplios sectores de la población con relación a la situación que vive el país; confirma lo que la serie de encuestas durante el año evidencia: bajísimos niveles de aceptación tanto del Ejecutivo como del Legislativo.


Pero esto es solo la superficie, lo evidente; sustentando estos hechos: las movilizaciones del año pasado, y aún antes, que bajaron de ritmo durante el año, pero no se extinguieron y por lo tanto regresan en el carnaval, existen los acuerdos de los ayllus, de las comunidades, de los caseríos o, inclusive, de los barrios, donde sus miembros deciden colectivamente, ejecutan lo decidido y, al concluir, rinden cuentas a la comunidad; esto vale para la decisión de viajar a Lima en busca de sus reivindicaciones, lo que incluye articular con las organizaciones de los que migraron a otras ciudades, hasta Lima, como también vale para organizar la celebración de la Mamita Candelaria o del Carnaval manteniendo las reivindicaciones que, dígase de paso, todavía no fueron atendidas.


Es notable que las consignas, a pesar del tiempo transcurrido, se mantienen: fuera Dina y el Congreso, que se vayan todos, justicia para las víctimas de la represión, nueva Constitución o resumiendo en una frase: no somos ciudadanos de segunda clase; y esto, que duda cabe, es un planteamiento político de fondo y, aún más, el actor político es diferente, es un actor colectivo, diferente del individual, vigente en el país, un ciudadano – un voto, que se ejerce cada cinco años, en las elecciones, que la gran mayoría de los políticos, de derechas e izquierdas, consideran que equivale a recibir certificado de corsario, actuando, literalmente, de espaldas a sus electores.


Puede decirse, por lo tanto, que lo realmente importante es verificar la vigencia y fuerza social y política de nuestra cultura, entendiendo como cultura (según el Dr. Rodrigo Montoya) “el modo de vivir, sentir, pensar, resolver problemas, amar, emocionarse, divertirse etc. En este espacio la cultura es inseparable de la lengua. Se habla así de la cultura andina quechua o aymara o de la cultura amuesha o japonesa y de las lenguas Quechua, aymara, amuesha o japonesa”; que tiene como elementos centrales la reciprocidad, la cooperación y la persistencia; elementos totalmente diferentes de los dominadores y de los políticos, para quienes el centro de su cultura puede resumirse en aquella música mexicana que cantaba con alguna frecuencia un conocido farsante político, El Rey, una parte de su letra dice: “Con dinero o sin dinero hago siempre lo que quiero/ y mi palabra es la ley”; que bien podrían cantarlo las actuales autoridades incluido el Congreso, que podría hacerlo en coro.


Bueno, esta es la parte más importante de estos carnavales: la existencia vital y actuante de una cultura que, siendo múltiple, tiene una columna vertebral integradora y que debería ser considerado en las estrategias para superar la situación actual de nuestro país.

Hasta breve,

Jesús Enrique Tinoco Gómez

Salvador, 28 de febrero de 2024.